Esta situación me sucedió hace un par de meses.
Una mañana estaba en mi habitación haciendo cualquier cosa, quizá importante como no también. De pronto suena la puerta, era la niña que trabaja en mi casa. Traía un papel que yo no había notado. Sus palabras pudieron causar un paro cardiaco a cualquiera. “¿Es tu madrina la señora Lucía Bravo? Acaban de llamar diciendo que ha fallecido”.
Yo no sé que cara habré puesto. Sus palabras acompañantes fueron: “Ay no sé, la están velando en esta dirección” y me dio el papel con un teléfono. Fueron diez segundos en los cuales se me vinieron a la mente toda una vida con mi madrina: una señora exitosa, muy buena madre y joven aún; y el por qué yo solo la visitaba muy eventualmente pudiendo haber sido más tiempo. Mis pensamientos se interrumpieron con la voz de la chica que me sugirió que llame.
Obviamente tenía que llamar. Marqué el número y al parecer me contestó la chica de la casa de allá. No quise preguntar por mi madrina así que pregunté por mi padrino. Mi interlocutora me dijo que estaba trabajando. Titubeé un instante antes de atreverme a preguntar por mi madrina pero lo hice. Me respondieron que estaba haciendo los trámites del fallecimiento de su mamá.
La verdad fue un alivio tremendo saber que todo fue una confusión. No es que esté contento por el cese de la madre de mi madrina, pero al menos sé lo que es que alguien esté muerto por unos minutos y resucite luego. Le di una pequeña requintada a la chica que se confundió. Todo ese día anduve medio sensible porque es algo muy fuerte eso de la muerte, así sea solo por unos minutos. Mas tarde fui al velorio y me pude reencontrar con mi "resucitada" madrina.
Esta situación me hizo pensar muchas cosas. Una vez escuché a uno de esos tantos filósofos que se suben al transporte público algo interesante: “Como aquellas grandes familias que solo se ven las caras en los velorios” muy chocante pero muy cierto a la vez. Esperamos que alguien se muera para conocer o ver a muchos parientes de los que vivimos alejados y mientras podemos verlos, nunca lo hacemos.
Espero que nunca te pase algo como lo que me pasó. Ni siquiera por un minuto.
Una mañana estaba en mi habitación haciendo cualquier cosa, quizá importante como no también. De pronto suena la puerta, era la niña que trabaja en mi casa. Traía un papel que yo no había notado. Sus palabras pudieron causar un paro cardiaco a cualquiera. “¿Es tu madrina la señora Lucía Bravo? Acaban de llamar diciendo que ha fallecido”.
Yo no sé que cara habré puesto. Sus palabras acompañantes fueron: “Ay no sé, la están velando en esta dirección” y me dio el papel con un teléfono. Fueron diez segundos en los cuales se me vinieron a la mente toda una vida con mi madrina: una señora exitosa, muy buena madre y joven aún; y el por qué yo solo la visitaba muy eventualmente pudiendo haber sido más tiempo. Mis pensamientos se interrumpieron con la voz de la chica que me sugirió que llame.
Obviamente tenía que llamar. Marqué el número y al parecer me contestó la chica de la casa de allá. No quise preguntar por mi madrina así que pregunté por mi padrino. Mi interlocutora me dijo que estaba trabajando. Titubeé un instante antes de atreverme a preguntar por mi madrina pero lo hice. Me respondieron que estaba haciendo los trámites del fallecimiento de su mamá.
La verdad fue un alivio tremendo saber que todo fue una confusión. No es que esté contento por el cese de la madre de mi madrina, pero al menos sé lo que es que alguien esté muerto por unos minutos y resucite luego. Le di una pequeña requintada a la chica que se confundió. Todo ese día anduve medio sensible porque es algo muy fuerte eso de la muerte, así sea solo por unos minutos. Mas tarde fui al velorio y me pude reencontrar con mi "resucitada" madrina.
Esta situación me hizo pensar muchas cosas. Una vez escuché a uno de esos tantos filósofos que se suben al transporte público algo interesante: “Como aquellas grandes familias que solo se ven las caras en los velorios” muy chocante pero muy cierto a la vez. Esperamos que alguien se muera para conocer o ver a muchos parientes de los que vivimos alejados y mientras podemos verlos, nunca lo hacemos.
Espero que nunca te pase algo como lo que me pasó. Ni siquiera por un minuto.