jueves, 6 de mayo de 2010

El secreto del santo Isidro


San Isidro siempre ha sido un distrito difícil (siempre) solo que recién me he dado cuenta. A primera vista es un lugar muy bonito donde al que menos le gustaría pasear y quizá vivir también, o tener un vínculo que lo tenga cerca. Seria muy raro que algo malo te pase, bueno es cierto que ahora en todo Lima roban, la ciudad está hecha mierda, pero comparando a San Isidro con muchos lugares de Lima, la probabilidad de daño al paso es menor.

Hay casas y departamentos modernos, carros del año estacionados en las puertas (dentro de los garajes también) conserjes de tez trigueña (mucho más trigueña que la de sus patrones) viendo televisión en un aparato de 5 pulgadas a dos colores en la noche. Parques muy bien cuidados, cafeterías, tiendas por departamentos (que para los vecinos no son ninguna novedad, que para ellos comprar allí no es “Oh, que maravilla”; que sí pasa en más de la mitad de la misma ciudad), entre otros lugares muy atractivos.


Esta es una zona empresarial también. Hay grandes edificios de lunas blindadas como espejos, modernas torres de diseño “funcional” con los logos de una empresa en la parte superior, pero que dentro trabajan cinco más normalmente, solo que la más adinerada pone su logo, por el tema de “imagen”.


Aquí trabajan personas de todas partes de la ciudad, trabaja mucha gente de diferentes clases sociales. En San Isidro todo es caro, desde un cigarro hasta el metro cuadrado de terreno. Dicen que la comida también lo es, porque en este país creen que el que usa saco y corbata tiene plata, y se le puede sacar unos cuantos soles más.


Como trabaja mucha gente, y generalmente entran en “horario de oficina”, que es más o menos entre las 9:00 AM, hay demasiado tráfico por aquí. Además de que el parque automotor está saturado en Lima, pareciera que todos se acumulan en San Isidro a esta hora, y se genera un fenómeno muy parecido al que sucede en los pueblos alejados. La gente tiene que bajarse de sus transportes y caminar para llegar a tiempo, otra cosa no se puede hacer. A esta hora en San Isidro no hay “acceso en carro”, la zona es inaccesible. Quizá sea buen negocio poner en alquiler unos burros para movilizarse.

Como distrito muy agitado todos andan en terno, sastre y muy ocupados. No hay tiempo para pensar y menos para los pensadores, eso no es productivo. Pero lejos de todo eso es muy atractivo a la vista. No voy a negar que alguna vez tuve la tentación de tener un departamento aquí (con un carro también, el típico paradigma de los adultos jóvenes) pero hoy por hoy no me imagino viviendo aquí, comenzando porque los impuestos deben ser muy elevados. Además el no poder disfrutar tiempo en casa no lo amerita.

San Isidro es realmente difícil. Solo es hermoso los fines de semana por las noches, ahí todo es tranquilo y callado. No hay carros, ni relojes, ni teléfonos, ni jefes, ni ternos, ni nada. Es realmente cuando puedo decir que vale la pena este lugar, porque los “ejecutivos” están bien lejos y los “principios corporativos” están bien guardados en el cajón del escritorio… donde deberían estar siempre.