sábado, 19 de julio de 2008

¿Cuidado con ellos?

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Los vemos siempre caminando por las inseguras calles de Lima, sobre todo en aquellos distritos más descuidados; suelen hablar fuerte, ir a paso lento, la mayoría de ocasiones en grupos y su característica principal es la ropa ancha exageradamente llamativa como la de un rapero procedente de Chicago.

Son los llamados“reguetoneros” que en los últimos años están invadiendo Lima y muchos sitios más. Chicos que desean imitar a Dadde Yanquee o Don Omar (intérpretes de este “genero”) vistiéndose como ellos, hablando jergas sacadas de sus canciones, adoptando un dejo centroamericano, entre otras formas de alienación y falta de identidad.

Si nos detenemos a observar su presencia las calles podemos ver que cuando son mas de tres o cuatro la gente tiende a cruzar la pista o alejarse, los patrulleros aligeran un poco el paso poniéndoles el ojo encima y ellos como si estuvieran “bañados en aceite”, les resbala todo tipo de actitudes.

Pero eso sí, son absolutamente sensibles. Si te cruzas con esos grupos y por casualidad rosas ligeramente tu hombro con uno de los suyos les duele tanto (y a todos) que toda la manada se quiere abalanzar sobre ti en actitud de venganza, y como mínimo (si traes algo de suerte) te llevas una mentada de madre de recuerdo.

Pero… a veces son tan extraños, que así como se dice odio y amor están a un solo paso, esta no es la excepción. Respecto al párrafo anterior, ellos también quieren un recuerdo tuyo y se llevan tu celular en una acción tan fugaz que no exagera de los tres minutos.

Además pareciera que la manada es igual a la unidad, todos dependen de todos, ya que uno solo de ellos no sería capaz de decirte absolutamente nada, se necesitan entre todos para sentirse fuertes, como se dice (que es la absoluta verdad): solo cuando están en mancha son hombrecitos, solo en grupos se creen dueños de las calles.

Sin generalizar, no todos son iguales. Algunos reguetoneros no muestran conductas tan propias de un fantoche, pero gracias a ciertos colegas tiene esa imagen entre nosotros, y uno al caminar y cruzarse con ellos no sabe el futuro que le vendría (si no pasará nada, si será molestado(a), si será tocado(a), o si será ro… bueno, ya sabes ustedes).

No trato de dar una solución ante este “problema”, que genera una pequeña psicosis en las calles. La posible solución sería que los que no sean amigos de lo ajeno se cuelguen un letrero que diga “NO” y los que lo son se cuelguen “SI”, pero sabemos que eso es utópico. Existen muchos factores para que nuestros jóvenes se refugien en esta moda como son: falta de identidad nacional, falta de autoestima, falta de personalidad, etc.
Este estilo que sin moda no sería absolutamente nada, a mi parecer es totalmente alienado y denigrante.

2
A pocas luces tocaré el tema de su música. Todos los reguetones son iguales. Ninguno da algún aporte musical o expresa algún sentimiento en sí. Lo único que dan a conocer son sus deseos sexuales denigrando la belleza de una mujer. Empíricamente diré que el 80% de sus canciones hablan de sexo, el 19% de amor y el resto de otras cosas (violencia, autos y esas otras cosas que no pueden tener) . ¿Qué de trasendente tiene eso?

La forma de bailarlo, denominado "perreo" trata de asimilar el acto sexual en el baile. A primera vista podría decir que se ve "bastante atractivo" pero, ¿Se han dado cuenta que con esto tratan simplemente de acercarse a una mujer porque no lo pueden hacer de otra manera?. Solo así, meneándose bajo una base tropical pueden estar cerca a una chica. De otra manera se les sería imposible hacerlo.
Es una lástima que nos hayamos dejado influenciar tanto por una cultura tan pobre como la centroamericana, siendo américa latina santuario de culturas con altísima influencia.



Ps: Se está demorando mucho en pasar de moda

miércoles, 9 de julio de 2008

Extrañando la universidad (parte II)


Martes primero de julio aproximadamente alguna hora de la mañana. Cerca de las nueve estaba tomando desayuno cargando la depresión adjunta del día anterior. De allí, me movilicé para anticiparme a alguna orden que saldría de mis viejos.

El día totalmente frío, como cuaquier mañana de un invierno limeño. Llegué al taller y comenzé con la monótona actividad del trabajo que me dejan mis padres, del trabajo que no me gusta y me deprime. Y me jode más cuando me niego porque YO tengo tan idealizada la idea "todos los hijos deben ayudar a sus padres" que no sé que hacer. Mi viejo a diferencia de otras veces esa mañana no me dijo nada, como quien dice "no ayudes que no te voy a dar ni un carajo". Simplemente observa y se va, pero lo tengo que hacer, tácitamente ese gesto, da una orden.

Eso a diferencia de los días en los que estaba estudiando, me iba en las tardes y no regresaba hasta casi las once, esos sí eran buenos tiempos, los mejores cuatro meses . A solo un día de vacaciones como nunca he extrañado la universidad (estoy seguro que el 99.9% de la población universitaria piensa lo contrario). Probablemente la he extrañado porque ha sido el mejor ciclo de toda mi carrea. A diferencia de otros, esta vez las cosas me salieron bien, como yo quería, y... ¿a quien no le gusta que las cosas le salgan bien?. Pues es así.
Son más o menos las nueve y treinta y yo sigo laborando, no cuento el tiempo, no cuento nada, realmente no importa. Solo veo el almanaque, faltan treinta días, cinco semanas o como quieran llamarlo. Recién en agosto todo volverá a tener sentido. En estos tiempos solo me queda un refugio: aparte de las cuerdas, estas vacaciones me van a faltar tinta y hojas.







(continuará)

jueves, 3 de julio de 2008

Extrañando la universidad ( Parte I )


Lunes 30 de junio, son mas o menos las seis treinta y afuera ya oscureció. Por mi parte creo que estudié lo suficiente para ese último examen aunque, realmente no como tengo la costumbre de hacerlo (y nadie lo sabe, hasta hoy).

Repentinamente dejé cuaderno y ante mí se me vino una nostalgia. Sin saber de donde, esta me invadió en totalidad. A pesar de eso, alisté lo que tenia que alistar para dar la evaluación (no importaba si no la daba, total ya estaba aprobado en ese curso) y me puse de pie de mi escritorio dispuesto a salir. Ya en la puerta al apagar la luz, aquella nostalgia se hizo depresión. Otra vez un sentimiento llegaba sin saber por qué, era como si mi ser sintiera algo venir en los próximos días.

Salí de mi habitación. Todo estaba semi oscuro como una casa aquejada por una tarde de invierno. Cruzé el pasillo y me dispuse a bajar; mis pasos cayendo por las escaleras eran pausados, como si quisiera retrasar el tiempo, como si quisiera decirle no te vayas espera por favor. La escalera terminó y seguia el breve espacio hacia la puerta a la calle. La depresión crecía y no sabía por qué, afuera, todo estaba oscuro.

Con esa depresión camino, salgo de mi casa. El clima no está tan frio como de costumbre a pesar que estamos en pleno invierno. Después de muchas vueltas llego al paradero. El viaje hacia la universidad fue largo (mas que de costumbre), como siempre NO HUBIERA querido.

Siete quince de la noche en todo el Perú anuncia la radio del bus y yo me bajo donde siempre. Cruzo esa gran calle donde muchas veces tuve que detener el tráfico para no llegar tarde a clases. Sin demora llegó al campus. Al entrar siento ese ambiente a nervios que se pasea en temporada de exámenes finales. Todos esperando aprobar, haciendo cálculos para llegar al tan ansiado "32" (32/3 = 10.6 osea aprobar con 11, la mínima nota) y "disfrutar" de las vacaciones (lo que hacen TODOS). Todos menos yo. Yo, me siento en una escalera a esperar y decir: "Bueno, en agosto todo volverá a tener sentido".




(Continuará)