Me dijeron que lo habían visto caminando más de una vez en la calle del boulevard y no creí... hasta que lo vi. Aquella vez, estaba sentado en uno de los puestos del mercado Palermo tomando un jugo, acompañado de la tranquilidad que hoy la vida le da, contando sus hazañas y todas esas experiencias invorrables de su memoria a la chica que lo atendía. Estaba vestido como si estuviera dentro de casa, algo abrigado para un día ligero de sol, con unos guantes que protegían sus envidiables manos e incluso llevaba pantuflas y unos lentes que lo hacían casi irreconocible.
Al principio no supe de quién se trataba pues él estaba de espaldas. Si mi amigo con el que pasaba no lo ve, esta entrada no existiría. Al reconocerlo quedé completamente emocionado: se trataba del gran maestro Oscar Avliés, la primera guitarra criolla del Perú. Damián, mi camarada, quedó más emocionado que yo, pues él comenzó con la conversación.
Nos habló de sus años mozos, de su trayectoria como músico, de su inicio en la guitarra desde los 10 años y artísticamente desde los 12, de sus giras al lado de la gran compositora Chabuca Granda a la que recuerda como una amiga de tú a tú, de las radios que existían y lo apoyaban antes de que yo naciera, entre otras cosas. A Damián y a mí se nos caía la baba escuchando esas historias llenas de buena música y tradición.
Es cierto que los años le dieron grandes alegrías, pero también pasaron factura sobre él. En su rostro y su capacidad para hablar se reflejaban lo que les digo, incluso se veía más acabado que en el comercial. De todas maneras su sola presencia connota toda una vida dedicada al criollismo y al arte. Lo miraba con respeto, con ese respeto que no daba a nadie hace mucho tiempo, como un discípulo a su maestro.
Al final, Avilés accedió tomarse unas fotos con nosotros, una de ellas que puedo compartir ahora. Posteriormente nos despedimos y con la palabra “permiso” nos retiramos deseándole felices fiestas y la mejor suerte.
Al principio no supe de quién se trataba pues él estaba de espaldas. Si mi amigo con el que pasaba no lo ve, esta entrada no existiría. Al reconocerlo quedé completamente emocionado: se trataba del gran maestro Oscar Avliés, la primera guitarra criolla del Perú. Damián, mi camarada, quedó más emocionado que yo, pues él comenzó con la conversación.
Nos habló de sus años mozos, de su trayectoria como músico, de su inicio en la guitarra desde los 10 años y artísticamente desde los 12, de sus giras al lado de la gran compositora Chabuca Granda a la que recuerda como una amiga de tú a tú, de las radios que existían y lo apoyaban antes de que yo naciera, entre otras cosas. A Damián y a mí se nos caía la baba escuchando esas historias llenas de buena música y tradición.
Es cierto que los años le dieron grandes alegrías, pero también pasaron factura sobre él. En su rostro y su capacidad para hablar se reflejaban lo que les digo, incluso se veía más acabado que en el comercial. De todas maneras su sola presencia connota toda una vida dedicada al criollismo y al arte. Lo miraba con respeto, con ese respeto que no daba a nadie hace mucho tiempo, como un discípulo a su maestro.
Al final, Avilés accedió tomarse unas fotos con nosotros, una de ellas que puedo compartir ahora. Posteriormente nos despedimos y con la palabra “permiso” nos retiramos deseándole felices fiestas y la mejor suerte.
Para saber más de Oscar Avilés entra a:
http://www.youtube.com/watch?v=y-5SXPumxO0 (el comercial)
http://es.wikipedia.org/wiki/Óscar_Avilés
A la distancia queda decirle con ese jugo que no terminó:
¡A TU SALUD... MAESTRO!
4 comentarios:
Un beso enorme :)
Salud!
desde el otro lado de la pantalla
=O
O sea que por tu barrio los talentosos se pasean en pantuflas. Gran encuentro. =)
Bien ay... felicidades.
Saludos
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